Cuando formo un/a vocero/a, o le acompaño en su proceso a comunicarse asertivamente, usualmente la preocupación es con relación a qué decir y cómo decirlo, pensando estrictamente en las palabras. Por supuesto este es un tema medular, pero ¿Qué pasa con la gestualidad y todo lo que conforma el mensaje no verbal?
Ser congruentes entre lo que expresamos entre palabras y gestos, no es precisamente un reto fácil, porque las emociones entran en acción y el nerviosismo, la falta de confianza o incluso, no estar convencidos de lo que estamos expresando, viene a sumarle al conjunto credibilidad, o no.
Miradas que hablan
Empecemos por la mirada, pocas personas pueden sostenerla a su interlocutor, porque pueden considerarlo amenazante, les genera incomodidad y tienden a desviarla. Desde una óptica del lenguaje no verbal, eso puede provocar desconfianza, porque la premisa es, si no me mira a los ojos, no puede sostener su palabra. Por supuesto hay técnicas para evitar que el interlocutor, que probablemente sea un periodista, incida en las emociones de quien se expresa. La recomendación es mirar por encima de su hombro, o su cabello, y buscar un punto fijo al cual clavemos nuestra mirada para que no sea esta un distractor a lo que venimos expresando.
Otro aspecto que concierne a la mirada es la dirección a la cual la dirigimos, en tiempos en que muchas entrevistas se realizan por plataformas para reuniones virtuales, los distractores son infinitos, además si tenemos doble pantalla, la información estará en un ámbito espacial más amplio que nos hará ver tremendamente distraídos, de allí que corresponde explicar al interlocutor que estamos chequeando la información en simultáneo, para no parecer descorteces, como si estuviéramos en otra sintonía.
En lo que respecta a mirar a los lados, tenemos una mirada hacia la derecha que evoca recuerdos, mientras a la izquierda está creando historias, o inventando. Si bien la mayoría de las personas no conocen escritos donde eso se diga como una sentencia, sí percibimos que algo pasa cuando la persona mira en ambas direcciones, y existe una especie de consenso social en torno a lo que significa.
Manos que narran
Hay posturas en las cuales no sabemos dónde colocar nuestras manos, y encuadres en que quedan más expuestas que otros. Acá es clave buscar la comodidad, y quienes son más expresivos narrar señalando y dibujando lo que se cuenta, mientras quienes no lo son, apoyarlas sin que eso ponga rígida la figura.
Como dice la célebre autora del tratado sobre Lenguaje No verbal, Flora Davis, la danza de las manos “a veces contribuye a esclarecer un mensaje verbal poco claro”. Por ejemplo, es importante conocer que la palma tiene una carga significativa al exponerla, cuando es hacia abajo se percibe con un tono imperativo, mientras que cuando mira hacia arriba la comunicación no verbal es de transparencia, no tener nada que ocultar.
Gestos que gritan verdades
Todos los gestos hablan de una u otra manera, en ocasiones pueden ser malinterpretados, como cuando nos pega la luz de frente y fruncimos el seño pareciendo molestos, pero cabe la posibilidad que el ánimo sea buscar concentración o evadir la luz de más. Las cejas en sí no son tan expresivas en todas las personas, hay quienes han desarrollado mayor movilidad en el músculo, y quienes por el contrario apenas lo mueven. Ahora cuando levantamos nuestras cejas mostramos asombro, y al contraerlas enojo. Poder separar la movilidad de ambas es poco frecuente, porque ya es un desarrollo de los músculos faciales superior.
En el caso de los labios, morderlos puede expresar muchas cosas, según como se haga podría apelar a sensualidad si es solo una fracción, mientras que al comprimirlos por completo apela a retención de las palabras, incomodidad en lo que se está expresando. Por el contrario, cuando se estiran, podrían estar enfatizando, o incluso confrontando. La reina de los mensajes es la sonrisa, abre puertas en todas partes, pero si se expresa en un contexto inapropiado, puede interpretarse como una ofensa, así que valga controlar en qué momento se expresa para comunicarnos de manera correcta.
La postura
La forma en que nos paremos frente a otra persona evidencia cómo nos hace sentir, inclinarse hacia el frente o hacia atrás, bambolearse repetitivamente, cruzar o no brazos y piernas, encorvarse o abrir el pecho, son todos indicadores de querernos abrir o cerrar, por cómo nos sentimos.
Conclusiones
Nuestra corporalidad es un libro abierto, que refuerza el mensaje o lo contradice, según la congruencia entre lo que se interpreta y lo que se quiere comunicar. Cada cultura cuenta con códigos propios de esta, personas de extremos del planeta podemos interpretar mensajes muy distintos desde el lenguaje no verbal, mientras que de igual manera existen consensos sociales sobre cómo interpretar un gesto. Cobrar consciencia de esto, es una facultad del buen orador, que, ya dominado sus palabras y entonación, es capaz de comunicar más y mejor mediante el lenguaje no verbal.
2 comentarios en “Lenguaje no verbal, más allá de las palabras”
Muy clara la explicación y útil para quienes debe enfrentar este tipo de situaciones.
Hola. muy interesante tu blog. Yo también he trabajado este tema y pongo énfasis en que efectivamente él lenguaje no verbal comprende el 93% de la comunicación. Creo que agregaría la importancia aldehído comportarse naturalmente, tal y como es. lo que hace muy convincente la comunicación.